9 lecciones de los guerreros vikingos

Los vikingos eran considerados como los guerreros más salvajes y sanguinarios. No dudaban en arriesgar su propia vida asaltando y saqueando para conseguir riquezas y prestigio. Los vikingos, a los ojos de sus víctimas, eran unos verdaderos demonios. De ahí que los representaban con cuernos en los cascos de guerra, aunque, en realidad, nunca lucieron estos ornamentos en sus yelmos. Independientemente de quiénes fueran los buenos y quiénes los malos en estas batallas antiguas, podemos extraer valiosas lecciones de los guerreros vikingos, del culto a la guerra que profesaban y, en general, de la cultura nórdica.

1. Abrazando la muerte

Si en vez de temer a la muerte la aceptas con los brazos abiertos, podrás explorar el mundo sin temor y ganar más experiencia en la vida. Si la muerte es bienvenida, no hay límite a lo que puedes conseguir. Somos humanos y tememos a la muerte y también a escenarios desconocidos, fallos y juicios. Pero, si conseguimos vencer estos miedos, la vida comienza justo ahí, al final de nuestra zona de confort. Si no estás dispuesto a salir de tu zona de confort y aceptar el desafío, nunca descubrirás tu potencial y tu propósito en la vida.

Los vikingos aceptaban la muerte en sus batallas. No temían nada, al contrario, eran temidos por todos. Eran intrépidos pero, los vikingos, estaban dispuestos a sacrificar su vida siempre que fuera para cumplir un propósito correcto. Es resumen, da la bienvenida a la muerte, al desafío, al fracaso y al juicio siempre que merezca la pena. No malgastes tu vida y tu sufrimiento en cosas sin sentido, ese no es el espíritu vikingo.

2. Comer lo que la tierra proporciona

Los vikingos comían lo que la tierra les proporcionaba. Se alimentaban de vegetales y grano que cultivaban en su propia tierra, de carne y leche del ganado que criaban y peces que pescaban en el mar o en los ríos. Ese era el alimento diario de los vikingos. Crecían comiendo de manera sana y casera, sin alimentos ultraprocesados y sin aditivos, y se convirtieron en los guerreros más fuertes y temidos de su tiempo.

Deberías aprender de ellos y comer más carne fresca, mucho más pescado graso y, sobretodo, mucha más verdura, frutas y legumbres.

3. Haz lo que otros no se atreven a hacer

Los vikingos eran un pueblo ambicioso. Ese insaciable deseo de conseguir más, añadida a una actitud atrevida ante la vida, propiciaron que el pueblo vikingo realizara y viviera aventuras que otros pueblos no se atrevían, ni tan solo, a concebir.

Mientras muchos pueblos se centraban en seguir los pasos ancestrales manteniendo, simplemente, sus costumbres en su lugar de nacimiento, los hombres del norte subían a sus barcos en busca de tesoros o nuevas tierras para conquistar.

Naturalmente, con esta actitud, el riesgo a errar es muy elevado y, con total seguridad, el desenlace fue fatídico en multitud de ocasiones pero, en muchas otras, las recompensas fueron sustanciosas, tanto en forma de riquezas como en el descubrimiento de nuevas tierras.

Hoy en día tú también puedes conseguir cosas increíbles, tan solo tienes que ser capaz de creer en ello y desearlo con fuerza. El primer paso para conseguir tus metas es el más difícil, pero los beneficios son incalculables. Los vikingos sabían que la vida era corta y no querían perder un tiempo tan valioso reflexionando en exceso. Simplemente lo hacían.

4. Clima duro que funcionó

Los vikingos vivieron y prosperaron en un clima muy duro. Les era muy difícil cultivar sus campos y conseguir el alimento necesario para la supervivencia de sus familias. Pero, aún así, se convirtieron en unos de los más duros granjeros, pescadores y guerreros de su época. La razón era que acostumbraron su cuerpo al duro clima todos los días y no le tenían miedo.

Exponer el cuerpo a las condiciones más duras y al ejercicio físico tiene unas consecuencias muy positivas en cuanto a la mejora de la resistencia, la salud y alargar la esperanza de vida.

En vez de tomar el camino más fácil, las situaciones duras te convertirán en una persona más fuerte para afrontar todo lo que se te ponga por delante en la vida.

5. Resistencia física y mental al mismo tiempo

Pero la resistencia física no es lo único necesario para hacer frente a los desafíos que se nos presentan. La energía mental también es básica. La dureza física de los vikingos es incuestionable. El clima y su estilo de vida convirtieron a los hombres del norte en verdaderos guerreros y les otorgó la fuerza para florecer en un ambiente hostil.

Así mismo, estas condiciones, sus creencias, su persistencia y su ausencia de temor fueron elementos esenciales para conseguir la fortaleza mental necesaria para consumar sus objetivos.

Esta es una gran lección a considerar cuidadosamente. La resistencia física te ayudará a superar cualquier dificultad física y a soportar un entorno duro. La fortaleza mental permitirá que te centres en los objetivos que te propongas superando cualquier obstáculo que surja en el camino. La combinación de ambas características es imprescindible para tener éxito en la vida.

6. Nunca multitarea

Esta lección se puede resumir con el término “simplificar”. Vivimos días en cada vez cuesta más concentrarse en una sola cosa a la vez. Vivimos con infinidad de estímulos y muchas veces estamos realizando varias tareas a la vez.

Los vikingos siempre se concentraban en una sola cosa a la vez. Si estaban cultivando, estaban cultivando. Si navegaban, estaban concentrados en esa tarea, navegar, por el mar, no por internet o tuiteando. En una batalla, solo un tonto estaría pensando en otra cosa, mientras tiene a los enemigos delante dispuestos a rebanarle el pescuezo.

Actualmente hay infinidad de estímulos externos que pueden captar nuestra atención en cada momento. Por lo tanto, nos resulta difícil concentrarnos en una sola cosa a la vez. Aunque intentamos enfocarnos en una sola tarea, no aguantamos mucho ya que hemos creado un hábito de la multitarea.

Así para vivir como un auténtico vikingo, apaga el teléfono cuando estés leyendo un libro o teniendo una charla con un amigo. Y cierra las redes sociales cuando estés trabajando o simplemente intentando concentrarte en algo. Todo esto te ayudará a estar presente en el momento y no divagando y perdiendo el tiempo. Y seguro que mejorará tu productividad y tu estado mental.

7. Persigue tus sueños

Perseguir tus propios sueños hará que no te sientas perdido y que tengas un objetivo que alcanzar. Para ello es necesario tener ambición pero, en nuestro tiempo, muchas veces, la ambición es considerado un valor egoísta. Los vikingos tenían la ambición de ser ricos, conquistar nuevas tierras y, sobretodo, conseguir fama y reconocimiento. Pero las ambiciones también pueden ser buenas, pueden ser para realizar un bien a la sociedad. Los avances científicos, tecnológicos etc. son fruto de la ambición de muchos hombres y mujeres que lucharon por sus sueños.

Descubre cuáles son tus sueños y ponte en marcha para conseguirlos.

8. Nuestro destino está sellado

Los vikingos creían en existencia de unas divinidades, las nornas, que tejían el destino de todos los hombres. Por lo tanto, consideraban que nadie tenía poder para cambiar o controlar cómo y cuándo morirían. Es por eso que no tenía mucho sentido preocuparse por estas cuestiones.

Hay personas actualmente que también creen que el destino está marcado. Si tu eres de ellos, aprovecha esta creencia en tu beneficio. No temas arriesgar en cualquier aspecto de la vida, negocios, amor, etc. El miedo solo te impide desbloquear tus grandes potenciales internos.

9. El honor por encima de todo


Los hombres del norte tenían un gran sentido del honor. Tenían mucho cuidado en comportarse de acuerdo a las normas sociales y morales que se consideran apropiados en su época. Algunas de estas normas sociales son, obviamente, demasiado salvajes para la época actual, pero otras, como el sentido del deber, de la virtud, el mérito, el heroísmo, la reputación y el complimiento de la palabra dada, entre algunas otras, son perfectamente valores actuales a aplicar.

Estas 9 lecciones de los guerreros vikingos pueden ser de mucha utilidad en tus batallas diarias, porque la vida es demasiado corta y valiosa como para estar postergando la felicidad.

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